Me pasa de vez en cuando. No puedo recordar la última vez que me pasó.
Pero despierto.
Y me contemplo desde un punto de vista ajeno a mí. Y muchas veces me veo solo. Me veo alejado de mí, de mis amigos y de mi familia. Y normalmente soy consciente de mi despertar. Y a veces lo escribo para recordarme que voy a volver a caer en trance y voy a volver a olvidar lo que más me gusta y lo que más me importa en esta vida.
Después de unos años, un día, sin más, volveré a despertar y a tomar conciencia del tiempo transcurrido y de las oportunidades perdidas.
Estos despertares son una verdadera bendición. Quizás puedo hasta programarlos. Quizás puedo hacerme la rutina de retirarme al desierto unos días cada seis meses. Para estar siempre en introspección. Para no perder la rutina de estar consciente. De estar presente.
Soy muy afortunado por experimentar estos momentos de claridad. Estas mañanas frescas de claridad. Lo mejor sería no volver a caer en trance. No volver a dormir y a ignorar a mi familia, a mis amigos a mí mismo a mi mujer. El trabajo no lo es todo. Ni lo es la política, ni el sexo, ni el orden, ni cualqiuer tema de los que me han obsesionado en los últimos años.
Lo importante es estar presente. Y vivir en equilibrio de cuerpo, mente y espíritu.
Bueno ya fue mucha filosofía. Lo importante es que estoy consciente. Qué bueno. Hay que ver qué hago con esa consciencia. Qué agradecido estoy por estas oportunidades de vivir en plenitud. Respiro, cierro los ojos y despierto.
