Paty no puede entender que una persona como yo crea en la suerte. Para mi mujer la realidad no es más que una maraña de causas y consecuencias, un gran caos. El destino no existe, solo la mirada atenta del ginecólogo, los conteos de espermatozoides y los tratamientos de fertilidad. Yo no soy doctor pero también tengo dos ojos y un cerebro, y con esas mismas herramientas llego a mis propias conclusiones sobre lo que me sucede o me deja de suceder. Sé que mis testículos, para dar un ejemplo, órganos en perfecto estado, no son responsables —por no decir culpables— por el niño o la niña que se empeña en hacernos desesperar con su ausencia. Hay algo más ahí, una fuerza superior que rige lo que acontece en nuestras vidas y en la de nuestro hipotético bebé. Yo le echo la culpa a la fortuna, Paty a mis testículos.
Extracto de «Mano santa», uno de dos cuentos que se publicaron en el número cuarenta y siete de la Revista Literaria Trinando en febrero del 2024.