No me viste irme. Pero me fui muy lejos. Todavía no se a dónde me voy cuando esto me pasa, pero siento que es un lugar sin dirección, una isla muy lejana. Mi cuerpo se quedó acompañándote, durmiendo a tu lado, desayunando contigo, respirando junto a ti. Pero yo, ese yo que tú conoces muy bien, ya no estaba aquí.
Te observo a través de la ventana de mis ojos, sin poder comunicarme contigo, y veo cómo te das cuenta que me fui. Y escucho que me dices que no me preocupe, que esto ya ha pasado antes y que regresaré muy pronto. Me dices que tenga paciencia.
Admiro tu paciencia y la manera en la que te quedas a mi lado cada vez que me voy. Hoy regresé a la casa y no estabas aquí. Me senté en nuestro sofá, cerré los ojos y sentí paz. ¡Ya regresé! ¡Ya volví!
Te espero mi amor. En nuestra casa, el escenario principal de nuestras vidas. De nuestra vida compartida. Esta casa en donde somos felices desde hace tantos años. Juntos. Creciendo, aprendiendo, planeando viajes, haciendo fiestas, trabajando, haciendo el amor, viendo películas, soñando nuestros sueños...
Vuelvo a ser. Respiro. Regresé a mi cuerpo. Ven ya, quiero abrazarte y sentir tu cuerpo. Vuelvo a ser, todo todito tuyo.
Cierro los ojos y siento paz y plenitud. Sonrío debajo de mi mascarilla. Respiro hondo. Y todo en mi mundo vuelve a estar bien, justo así como es aquí y ahora. Siento otra vez esa necesidad de conectar con el absoluto. Esa espiritualidad que me caracterizó en mi adolescencia y juventud. Y que en algún momento del camino dejé olvidada. Sigo esperando a que despegue el avión. Pero yo ya desde hace mucho despegué.
Estoy inspirado pero no sé para qué.. Quiero volver a escribir todos los días, quiero que fluyan las palabras como fluyeron una vez cuando estuve inspirado. Sé que nunca fui profesional, ni mucho menos, pero ahora, ya con una década más de experiencia. Sería de esperarse que ya pudiera dominar la escritura. En estos más de 10 años he leído mucho más, he vivido mucho más. ¿Por qué sigo tan reacio a escribir mis ideas? ¿Por qué se me entumen las palabras? ¿Por qué no sale nada de mi pecho? Ya basta. Sé que hay más de lo que hasta ahora he escrito. Sé que puedo volver a escribir poesía. Pero tengo que también volver a leerla.
Especialmente en estos tiempos que estamos viviendo. En medio de una pandemia que nos tiene a todos encerrados en nuestras casas, en nuestros miedos, en nuestras preocupaciones. No hay nada más refrescante que la poesía en estos tiempos. Voy a ver si puedo encontrar un buen libro de introducción al disfrute de la poesía. Con poemas clásicos universales.
Extrañamos tanto viajar. Necesitamos urgentemente escapar a la rutina a la que nos condenó esta pandemia. Anhelamos unas vacaciones en un lugar remoto, nuestros ojos están cansados de lo mismo. El mismo parque a la vuelta de la esquina, las mismas calles, el mismo camino para ir de compras y las mismas estanterías del supermercado.
Podemos viajar leyendo. Podemos planear el viaje así como planeamos nuestras vacaciones de verano. Buscar un destino, investigar qué ofrece ese destino, seleccionar unas novelas y dedicar nuestras tardes de encierro a leerlas, transportándonos cada tarde después del trabajo a ese lugar que escogimos. Creo que si compartimos esa experiencia de un viaje literario con alguien más, puede ser algo placentero. Lo voy a intentar con mi esposa.
Rutina. Cansancio. Incertidumbre. Desesperanza. Frustración. Aislamiento. Repetición. Repetición.
En el trabajo me he instalado en la rutina. Una rutina cómoda, especialmente en estos tiempos de crisis sanitaria. Pero también cansona. Ya quiero que se acabe. Pero no tengo ni siquiera un plan de lo que voy a hacer cuando esto termine. Supongo que simplemente seguir viviendo y seguirme quejando de algo.
