No me viste irme. Pero me fui muy lejos. Todavía no se a dónde me voy cuando esto me pasa, pero siento que es un lugar sin dirección, una isla muy lejana. Mi cuerpo se quedó acompañándote, durmiendo a tu lado, desayunando contigo, respirando junto a ti. Pero yo, ese yo que tú conoces muy bien, ya no estaba aquí.
Te observo a través de la ventana de mis ojos, sin poder comunicarme contigo, y veo cómo te das cuenta que me fui. Y escucho que me dices que no me preocupe, que esto ya ha pasado antes y que regresaré muy pronto. Me dices que tenga paciencia.
Admiro tu paciencia y la manera en la que te quedas a mi lado cada vez que me voy. Hoy regresé a la casa y no estabas aquí. Me senté en nuestro sofá, cerré los ojos y sentí paz. ¡Ya regresé! ¡Ya volví!
Te espero mi amor. En nuestra casa, el escenario principal de nuestras vidas. De nuestra vida compartida. Esta casa en donde somos felices desde hace tantos años. Juntos. Creciendo, aprendiendo, planeando viajes, haciendo fiestas, trabajando, haciendo el amor, viendo películas, soñando nuestros sueños...
Vuelvo a ser. Respiro. Regresé a mi cuerpo. Ven ya, quiero abrazarte y sentir tu cuerpo. Vuelvo a ser, todo todito tuyo.
