Monday, December 26, 2022

El curso de poesía

¿Cómo decidí estudiar ciencias computacionales? Fue una decisión muy acertada. Y se la debo en parte a mi madre y a un gordito de San Pedro Garza García. Estudiar informática no era mi primera opción. Yo tenía dieciocho años y acababa de volver a Monterrey. Regresé del postulantado derrotado. No pude con el paquete de ser un hermano lasallista. Estaba un poco deprimido y desorientado. Después de tres años y medio de perseguir esa vocación de la vida religiosa, ahora estaba de vuelta en mi casa. Sin ocupación y sin saber qué quería hacer con mi vida. 

Dije que quería estudiar filosofía y letras, para continuar en el área humanista. Además, en mi corta formación para religioso había leído mucho y había comenzado a disfrutar de los placeres intelectuales de la escritura. Pero mi mamá decía que eso no dejaría mucho dinero. Que sería difícil hacer una carrera con esos estudios. 
–¿Por qué no estudias mejor algo con computadoras mijito? A ti siempre te ha gustado eso de la programada. Además eres muy bueno para las matemáticas.
Era cierto que yo disfrutaba mucho eso de la programación y las matemáticas se me facilitaban, pero yo tenía la idea de ser un intelectual y estudiar filosofía y escribir poesía y todo eso. 

Era la mitad del semestre escolar, así que tenía tiempo para decidir y para no andar de ocioso decidí meterme a unos cursos y aprender algo nuevo. Tomé un curso de photoshop y uno de poesía. Ese curso de poesía me gustó mucho, aunque el profesor me cayó muy mal. Era un gordito, chaparrito, arrogante, sangrón y amanerado (lo amanerado no me molestaba, sólo que hacía más insoportable lo sangrón). El profe nos enseño a ver la poesía como una cuestión meramente técnica, no como algo sentimental y terapéutico. 
–Nada de venir aquí a sacar tus traumas escribiendo poemas. Aquí no vamos a abrazarte y a consolarte. Aquí vamos a analizar tu poesía de manera objetiva.

Recuerdo que en todo el curso no me atreví nunca a llevar una poesía propia. Me limité a atender en silencio y a escuchar los textos de los demás. Sólo logré hacer un soneto en todo el curso, que por cierto le gustó mucho al profesor. La historia de ese soneto la voy a contar en otra ocasión. 
Al final, ese curso de poesía me sirvió para decidirme. Mejor iba a estudiar ciencias computacionales. No quería terminar como ese maestro. Muy intelectual y todo, pero amargado.

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