Thursday, December 15, 2022

Temblor, temblor, un beso

El otro día tuvimos una reunión con amigos en nuestra casa. Mi hija estuvo despierta durante toda la cena, sentada sobre una de mis piernas. Le di un beso. Comencé a temblar mi pierna para que se estuviera quieta, y ese fue el gesto que disparó el recuerdo. Me transporté al antecomedor de la casa de Jurica, en donde los adultos solían pasar horas jugando póquer mientras los niños revoloteábamos a su alrededor. 

Yo sentado en el regazo de mi padre. El sonido de las fichas de casino. El verde intenso del mantel de juegos. Humo de cigarro. Pláticas. La risa aguda de mi tía Yolanda. El bostezo de mi madre. Temblor, temblor, un beso. Mi aburrimiento. El escándalo de mis primos jugando en la cocina. Los antebrazos morenos de mi padre. Un beso suyo. El cosquilleo de su barba en mi mejilla.

«Tengo que aprender a jugar póquer», pensé.

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